El sexting es una actividad cada vez más difundida entre personas de todas partes del mundo. Básicamente consiste en enviar imágenes íntimas (desnudos o en situaciones sexuales) a otras personas, mediante sistemas de mensajería instantánea o redes sociales.
En todos los casos debe primar el sentido común: si un adulto piensa enviar estas fotografías, debe asegurarse de que su receptor es una persona que conoce bien y que es de su entera confianza, que no utilizará esas imágenes para cometer delitos –como chantajes–, que no las va a distribuir entre otras personas y que tiene claves en sus dispositivos, para evitar filtraciones en caso de pérdida o robo.
Ahora bien, en el caso de los menores de edad, el sexting puede tener consecuencias mayores y más profundas. Básicamente, estas fotografías o videos podrían transformarse en ‘material de abuso sexual infantil’ o ‘pornografía infantil’, un delito que tiene penas de hasta 20 años de prisión en Colombia.
Por eso, si se da cuenta que su hijo o su hija recibe o envía esta clase de fotografías, es necesario explicarle los riesgos que puede encontrar: posibles chantajes, burlas de amigos o conocidos, entrar en redes de tráfico de personas. Pídale que las elimine de inmediato.
Converse con el menor de edad, siempre en calma para hacerlo sentir apoyado. Busque conocer la situación y entender las razones que lo motivaron a hacerlo, por ejemplo, una nueva relación, curiosidad, presión social o acoso, entre otros.
Hable con los padres de los amigos involucrados –si son menores de edad también–. Además de conocer mejor la situación, podrá seguir la ruta de ese material y pedir que sea eliminado antes de que circule entre otras personas.
En algunas ocasiones recurrir a la institución educativa puede ser una opción delicada. Así como pueden asesorar y dar luces para afrontar de mejor manera el asunto, es posible también que deban tratar esta situación teniendo en cuenta sus dimensiones legales (debido a la delgada línea que lo separa de ser catalogado como pornografía infantil).